8/7/12

Historia de amor de una gatita #4

Muy buenos días a todos. Os presento la continuación de un fanfic que escribí hace tiempo dedicado a una amiga bloggera y otaku.
Al final me decidí a continuarlo porque había mucha gente que me decía que siguiera subiendo los capítulos, así que en mis ratos libres los pasaré a ordenador. Los capítulos están ordenados en la pestaña Historia de amor de una gatita.
Espero que disfrutéis de la historia.

- Capítulo 4 -

No pudo contener su turbación al escuchar la voz de Dark al otro lado del teléfono. De todas las personas que podían haber llamado tenía que ser precisamente él. Fue como si se hubiera dado cuenta de que le estaba traicionando, y eso hizo la hizo sentirse muy incómoda consigo misma.
- Estoy bien -respondió tras un instante.
En ese momento sintió los brazos de Hitsugaya abrazándola y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
- ¿Pasa algo? -preguntó Dark extrañado.
- No, nada.
- ¿Quién es, Kitten*...? -preguntó Hitsugaya.
- ¿Qué hace Hitsugaya en tu casa?
El cuerpo de Betsabé se tensó al oír la voz de Dark, que parecía enfadado.
- Nada, ha venido a hacer el trabajo de tecnología, como tú no estabas... yo estaba sola...
Tras una pausa, Dark contestó:
- Ah... Bueno, pues no te preocupes, mi vida, que volveré dentro de poco para hacerte compañía y que no te sientas sola.
- ¿Cuándo vuelves?
- Pues aún no lo sé, pero pronto -parecía cansado, pero seguía siendo igual de cariñoso con ella-. Beth.
- Dime.
- Sabes que eres mi mujer número uno, ¿verdad?
Sus mejillas se sonrojaron al escuchar eso. Dark siempre era así, cariñoso y seductor a la vez. Sintió un nudo en la garganta.
- Si, lo sé...
- Te hecho de menos. Adiós, mi amor, mañana te llamo.
- Vale, adiós.
Cuando colgó se levantó de la cama sin mirar a Hitsugaya y se sentó en la silla apoyándose en la mesa.
- Deberías irte -le dijo-. Ya acabaré yo el trabajo.
Hitsugaya puso los ojos en blanco y después, cuando vio que ella no le miraba a la cara, se levantó.
- Está bien, me iré, pero que sepas que no dejaré de intentar que me quieras.
- Dark me quiere y yo a él.
- ¡¿Pero acaso sabes dónde está?!
- No... ¡pero él no me engaña nunca!
De repente, la expresión de Hitsugaya cambió y sus ojos se enmudecieron.
- Yo solo quiero -dijo en voz baja- que me quieras... como yo te amo a tí.
Se dispuso a irse y antes de llegar a la puerta Betsabé lo alacanzó a tiempo. Se sentía mal por engañar a Dark, pero tampoco podía ignorar lo que sentía por Hitsugaya. Él se sorprendió cuando ella le tiró los brazos al cuello y lo besó.
- Dame tiempo y cuando él llegue se lo contaré todo -le miró a los ojos, a sus hermosos ojos azul turquesa-. Yo también te quiero.
La abrazó fuertemente contra su pecho, sintiendo su respiración acelerada y su corazón latiendo a gran velocidad. La besó apasionadamente en los labios y en el cuello, mientras acariciaba lentamente su cuerpo con la mano. 
- Te daré todo el tiempo que necesites -le susurró al oído.
Muy despacio, se apartó de ella y se fue.

Cuando estaba haciendo la cena sonó el tiembre de la puerta. "Shiro..." pensó emocionada. Fue corriendo y al abrir la puerta se quedó fría como el hielo.
- Hola -dijo extrañada.
En la puerta había un chico, algo más mayor que ella, pelirrojo y musculoso. Por alguna razón, sentía que le conocía de algo, pero no sabía quien era.
- ¡Betsy, estás mortal, cariño! -dijo el extraño con una gran sonrisa.
Betsabé alzó las cejas y abrió la boca.
- ¿Tasuki?... ¡Tasuki, eres tú! -lo abrazó y lo llenó de besos en la mejilla. 
Tasuki era su amigo de la infancia. Se conocían desde niños y siempre habían estado juntos, apoyándose. Hacía mucho tiempo que no lo veía porque se había ido a estudiar al extranjero. Cuando se fue era un chico bajito y delgado, por eso no lo reconoció al verle tan alto y fuerte.
- Como has cambiado, estás buenísimo.
- Mira quien habla, la que está comestible. Si es que me encantas.
- No me digas esas cosas que me ruborizo.
A ambos les entró la risa tonta. 
- ¿Quieres pasar a cenar? -le invitó amablemente.
Tasuki se quedó a cenar y a dormir todo el fin de semana. Fueron unos días llenos de risas y carcajadas que se pasaron demasiado rápido para ambos. Sin embargo, Betsabé pensó mucho en su relación con Hitsugaya, en lo que sentía por él.
El lunes en clase, Betsabé se encontraba leyendo tranquilamente cuando sintió un golpe en la mesa.
Levantó la vista y vio a un Hitsugaya enfadado y a todos sus compañeros mirando sorprendidos.
- ¡¿Qué significa esto?!
Betsabé vaciló un instante antes de responder. No quería que nadie se enterase de su relación con él.
- Estoy... ¿leyendo?
- ¡No te hagas la tonta!
Lo agarró del brazo y lo arrastró fuera del aula hacia un lugar apartado, donde nadie pudiera oírles.
- ¡¿Se puede saber qué te pasa?! -le chilló Betsabé algo alterada por el escándalo que había montado en clase, delante de todos.
- ¡¿Quién era el que se quedó este fin de semana en tu casa?!
Al escucharle decir eso, Betsabé estalló en carcajadas. Le cogió la cara entre sus manos y con morritos dijo:
- Uh... Estabas celoso -lo besó-. ¡Que mono! Es un amigo de la infancia.
Hitsugaya se ruborizó y se sintió avergonzado y frustrado a la vez. Ella lo abrazó y se relajó un poco.
- Me asustaste -dijo apenas susurrándole.
- ¿Por qué? -preguntó extrañada.
- Porque pensé que ya no te importaba.
- ¿Cómo se te ocurrió eso?
- No sé -y le apretó contra su pecho para sentirla más cerca.
- Oh! -dijo una voz detrás de ellos.
Era una chica de baja estatura, piel muy blanca y pelo oscuro, recogido en un moño con un lazo blanco. Parecía sorprendida.
- ¡Hinamori! -dijo Hitsugaya, apartándose un poco de Betsabé.
- Esto... no quería interrumpir...
- ¿Qué quieres?
- Quería preguntarte que si volvíamos juntos a casa.
Hitsugaya resopló.
- Claro.
- Vale, pues ya me voy.
Cuando se fue, Betsabé le preguntó quién era.
- Hinamori, mi hermana -la miró a los ojos-. Bésame...
Se podrían haber quedado allí todo el día y toda la eternidad, abrazados y besándose tiernamente, de no ser por la campana que anunciaba el inicio de las clases.
De camino a casa, Hinamori e Hitsugaya caminaban cada uno aborto en sus pensamientos. Hasta que Hinamori rompió el silencio.
- ¿Quién era esa chica?
- Betsabé.
- ¿Y por qué estabais abrazados?
Hitsugaya no supo como responder a esa pregunta.
- Pues... estamos empezando a salir.
- ¡¿Qué?!... ¡Que bien, me alegro! -dijo sonriente.
Él la miró e hizo una mueca muy dulce.
- No te rías tanto y concéntrate en andar.

*Kitten significa gatita en inglés, el apodo cariñoso que Hitsugaya pone a Betsabé.

1 comentario:

  1. Eeeey, ¡me ha gustado la historia! He leído el capítulo sin haberme leído los anteriores antes así que evidentemente iba un poco despistada... pero me gustaría ponerme al día porque me ha molado :D Además, me gusta como escribes. Ays, acabo de recordar que tengo que ponerme manos a la obra con el último cap. de un relato que estoy escribiendo :3

    En fin... ¡sique escribiendo así! n.n Cuando pueda empiezo esta historia desde el principio. Besos guapa :)

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